lunes, 25 de enero de 2010

Una Vida Dedicada a la Educación


La maestra Tina en 1969 por las calles de Ciudad Juárez.
FOTO: Agustina Balderrama Rojas

POR: PROFR.JESÚS ADOLFO TRUJILLO HOLGUÍN

La Maestra Agustina Balderrama Rojas abandona las aulas a la edad de 73 años en los que le ha tocado vivir algunas de las etapas más importantes para la educación de nuestro estado. Su carrera la inicia en 1960 como docente en el subsistema estatal y posteriormente se incorpora como maestra en el subsistema federal, luego de permanecer algunos años sin ejercer.


Su trayectoria no ha sido del todo reconocida ya que para su jubilación no le fueron tomados en cuenta los ocho años de trabajo en las escuelas del estado, época en la que atravesó por enormes dificultades para concluir sus estudios normalistas. Sin embargo, esto no fue impedimento para que realizara su labor con la energía y cariño que la caracterizó hasta el 21 de noviembre de 2009, fecha en que tuvo que adelantar por unos días su retiro debido a una complicación en su pierna.

A lo largo de su carrera, la maestra Tina ha formado a decenas de generaciones de niños que con el paso del tiempo han refrendado su agradecimiento y confianza al regresar a las aulas convertidos en padres de familia que vuelven a asignarle la tarea de educar a sus hijos.

Su Infancia en Gómez Palacio

Agustina Balderrama Rojas nació en Gómez Palacio, Durango, un 25 de septiembre de 1936 siendo la única descendencia que dejara el matrimonio formado por sus padres, Don Juan Balderrama Torres, de oficio comerciante, y Doña Esperanza Rojas, quien se dedicaba al hogar.

Apenas y llegaba a los cuatro años de edad cuando pierde a su padre. La familia queda en el desamparo y su madre tuvo que hacer gala de iniciativa y coraje para sacar a su hija adelante, por lo que decide comprar un camión para realizar viajes de leña y otros artículos a diferentes lugares, lo que le proporciona una fuente de ingresos para sostener a su hija.

Permanece durante su niñez y parte de la juventud en su natal Gómez Palacio, en donde cursa su educación primaria en la escuela “Emilio Carranza” y posteriormente ingresa a la escuela de comercio “Isaac Pitman” en la que concluye los tres años que integraban la carrera comercial.

Su infancia estuvo marcada por la tristeza y la ausencia de una figura paterna. Con el paso de los años su madre se volvió más estricta, principalmente cuando de novios se trataba, motivada quizás por el miedo que sentía de separase de su única hija cuando ésta llegara al matrimonio, por lo que era muy común que le “corriera” a los pretendientes y que le hiciera reclamos cuando se trataba el tema.

Al cumplir sus 19 años, la familia se traslada a Ciudad Juárez, Chihuahua, en donde establecen su residencia por algunos años y cumplidos los 26 años de edad, la joven Agustina decide pasar por alto las advertencias de su madre y contrae matrimonio con Josué Espino Aguilar en 1964.

Ya desde 1960 tiene la oportunidad de iniciarse en el magisterio ya que los requisitos no eran muy estrictos para las personas con otros estudios y recibe su primera plaza como maestra de primaria en Villa Ahumada en la escuela “Miguel Ahumada” en la que le asignaron un primer grado con 68 alumnos. Permanece tres años en el plantel cuando se traslada a Zaragoza, Distrito Bravos, a la escuela “Ignacio Zaragoza” y de allí pasa a la escuela “Miguel Ahumada” pero esta vez de Ciudad Juárez, en donde permanece durante 2 años como ayudante del Inspector Escolar, Profr. José Ulloa, quien al valorar sus cualidades secretariales decide retirarla del grupo.

Ya con 8 años de servicio para el Gobierno del Estado, comenzaron los problemas familiares que la obligaron a renunciar a su plaza como maestra y regresar a su natal Gómez Palacio, pero ya con la carrera de maestra concluida.

Los sacrificios para ser maestra

Una vez asignada su primera plaza como maestra el primero de septiembre de 1960 en Villa Ahumada, decide ingresar al Instituto Federal de Capacitación del Magisterio (IFCM) que ofrecía la carrera en la Escuela Normal por Correspondencia en la que los alumnos asistían durante los periodos vacacionales y mantenían la comunicación a través de cartas.

Recibe los primeros libros y ya para el mes de diciembre le calendarizaron la primera prueba del nivel de secundaria, por lo que su inspector escolar le permite retirarse dos días antes de las vacaciones navideñas para que viniera a la capital del estado a presentar sus pruebas.

La carrera la realizó a base de sacrificios ya que durante el periodo vacacional de verano los maestros de todo el estado que cursaban la carrera en el IFCM acudían a la ciudad de Chihuahua para tomar las clases. Entre los mismos compañeros se organizaban para traer una estufa que sirviera para prepararlos alimentos en las escuelas que les facilitaban para hospedarse. Durmiendo entre las bancas, ya fuera de la escuela primaria “Gonzalo A. Reyes” o de la “Praxedis G. Guerrero”, los estudiantes normalistas sortearon todas las dificultades a lo largo de los seis años que duró la carrera para que su generación obtuviera el título de maestros en 1966.

Entre los maestros que Tina recuerda con más cariño en su formación docente se encuentran Moisés Avitia por su carácter amable, Cosme Rico Ruiz por lo enérgico y por el empeño que ponía para que salieran bien preparados, José Avitia que era muy risueño y dicharachero, Guillermo Villagrán que atendía la clase de geografía universal y Salvador Martínez Prieto quien fungió como director de la escuela durante algunos años.

Llegados los periodos de prácticas para los maestros-estudiantes recibían correspondencia en la que se les indicaba el día y el lugar para realizarlas, por lo que sin importar dónde estuviesen, tenían que trasladarse a Chihuahua para que fueran evaluados en esa materia. Generalmente les tocaba practicar en escuelas del centro de la ciudad como la “Escuela Modelo” o la “Primero de Mayo”.

Llegada a Chihuahua y los Años en la “Pablo Gómez”

Cuando el matrimonio Espino Balderrama decide trasladarse a la ciudad de Chihuahua, en 1981 el representante del CDP, Octavio Gallegos, contrata a la maestra Tina para la escuela primaria “César Augusto Sandino” en donde apoyaría a María Reyes Rubio en la atención de los grupos. El plantel contaba únicamente con un salón de clases y ambas maestras se desempeñaban sin goce de sueldo, por lo que al año siguiente el dirigente del CDP, Rubén Aguilar, le comenta a las tres maestras que habían finalizado el año escolar, que por haber trabajado de manera gratuita les conseguiría una plaza. La maestra María Reyes fue mandada a El Terrero, Namiquipa, mientras que la maestra tina fue asignada al municipio de Aldama.

Una vez ocupada su plaza como maestra federal en 1982, la maestra tiene la oportunidad de realizar actividades que la mantuvieran ocupada pues el año anterior había perdido a su hijo Joel Arturo de 15 años de edad. Llega a Aldama a un plantel en donde solo había un terreno que había sido asignado por el CDP e inmediatamente comenzaron a hacer tramites para fundar la escuela pero luego aparece el dueño del terreno y querían meterla a la cárcel, al igual que a su director, Profr. Candelario López Rayos, y al Inspector, Profr. Eleazar de la Cruz.

Resuelto el problema del terreno, durante los siguientes años trabajaron junto con la comunidad realizando kermeses, participando en las carreras de caballos o administrando las entradas al Bosque de Aldama con el propósito de reunir los recursos suficientes para acondicionar la escuela. Posteriormente el Gobierno del Estado se solidariza con la situación de la comunidad y les ayudan con el material de construcción para levantar los salones de clases en donde los padres de familia aportan la mano de obra de lo que sería la escuela “Ignacio Aldama”.

Una vez que el profesor De la Cruz valora la labor realizada por la maestra en Villa Aldama, decide asignarle su cambio a la ciudad de Chihuahua a la escuela primaria “Dr. Pablo Gómez Ramírez” a partir del 1º de septiembre de 1986. Se reúne con la entonces directora del plantel, Profra. Matilde Verde Aguilera, para juntas atender a los alumnos en uno de los salones que hasta ese año había sido construido.

Divididas por una cortina, las dos maestras se alternaban para que mientras una trabajaba en voz baja, la otra diera las explicaciones a sus niños. Fueron años difíciles en donde la escuela contaba con pocos alumnos que eran atendidos por dos maestras, pero para la maestra Tina significó lo más importante de su carrera. JATH